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lunes, 8 de agosto de 2016

¿Que si estoy a favor del aborto...?

La pregunta suele ser “¿estás a favor del aborto?” La respuesta, sinceramente, es no.

Claro que no estoy a favor del aborto, ni si quiera quisiera pensarlo como opción, porque preferiría que las mujeres nunca fueran víctimas de violaciones que las dejan embarazadas, teniendo así que recordar todos los días las trasgresiones hacia su dignidad, los atroces actos cometidos por hombres que piensan que los cuerpos de las mujeres son objetos y que son dueños de los mismos.

No, porque desearía que el aborto fuera la última opción de las mujeres o que ni si quiera tuvieran esta opción porque tuvieron una educación sexual desde la niñez, que las informó para tomar decisiones responsables, no sólo para tener relaciones sexuales, sino también para conocerse, amar su cuerpo y conocerlo plenamente para así no caer en relaciones poco sanas donde deben existir “pruebas de amor” y donde el ejercicio y abuso de poder se ampara bajo un estereotipo donde “las mujeres que realmente aman sufren aguantan todo incondicionalmente” y donde los hombres no son responsables de sus actos porque después de todo, “es su naturaleza”.

No, por supuesto que no, no estoy a favor del aborto, porque quisiera que existieran políticas públicas integrales y con perspectiva de género que pusiera al alcance de todas, por igual, métodos anticonceptivos, información sobre cada uno y servicios de salud adecuados.  

Por supuesto que no, no estoy a favor del aborto porque quisiera que aquellas que han tomado la decisión de ser madres no sufrieran estas pérdidas o que todas tuvieran acceso a los servicios de salud con personal suficiente para atenderlas y que ni si quiera tuvieran la posibilidad de sufrirlo, porque desearía que ni una más muriera por no ser atendida a tiempo o que abortara por negligencia médica y además fuera criminalizada en “nombre de la justicia” y por lo tanto también por la sociedad, sobretodo en aquellos lugares lejanos de la urbanización, donde las comunidades las repudian y las juzgan amparados en creencias, prejuicios e ignorancia, porque si los servicios de salud no llegaron, mucho menos la educación.

Así que, después de todo ¿a qué estoy a favor? A la libre decisión, y cuando refiero la palabra “libre”, me refiero a informada, porque sólo el conocimiento nos hace totalmente libres para tomar decisiones y lo que sí es obligación del Estado, más allá de legislar, es promover y guiar el camino de la educación y de las políticas públicas.

Porque no se trata de estar a favor o en contra del aborto, porque eso sólo es polarizar las problemáticas, se trata realmente de no desviar la atención de las responsabilidades de nuestros gobiernos y de nosotros como sociedad, de no desviarla de la falta de educación y de servicios adecuados, se trata de no olvidarnos de los feminicidios o de las violaciones que todo un sistema machista fomenta; porque precisamente los países donde las leyes contienen más prohibiciones son los más corruptos y con el mayor índice de delitos, porque definitivamente criminalizar el aborto no resuelve los problemas de fondo ni mucho menos elimina la práctica del mismo, sólo lo lleva a la clandestinidad en condiciones insalubres donde miles de mujeres mueren, porque realmente no importa si estoy a favor o en contra del aborto sino que esta sea siempre un recurso último y que este recurso no nos lleve a criminalizar a nadie ni mucho menos a la muerte de ninguna mujer más porque finalmente esta decisión debe estar amparada en el valor más amplio que es la libertad.